"Me vendieron muy barato": MGG
A nivel local, estatal y nacional, Ninfa Deándar Martínez presume tener amigos periodistas en la capital del país y de pertenecer a la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y hace alarde de mantener lazos de amistad con editores y columnistas como Julio Sherer García, Manú Dornbierer, Carlos Ramírez, Rafael Loret de Mola, Catalina Noriega y otros de indudable renombre. Cuando en 1995 buscaba la candidatura a la presidencia municipal, Ninfa declaró al semanario Clave del Noreste (edición del 24 de julio) el haber consultado con Sherer García lo relacionado a su posible postulación con la alianza PAN, PRD, PFCRN y PARM.
"Yo estaba muy confundida y hablé con un muy querido amigo mío, Julio Sherer, mi maestro después de mi padre y le dije: Compadre, tengo un conflicto interior: el periodismo y la política. No sé, no encuentro cómo o qué decirle al Partido Acción Nacional, que me está invitando a participar en política. Siento como un poco de contradicción interna. Y me dijo: No, es muy fácil, comadre. Simple y sencillamente es el mismo camino en distinta actividad. Tú no tienes porqué sentirte mal".
En el mismo semanario se señala:
"Deándar se limita a indicar que con esta postulación no busca nada, "ni poder, porque no estoy enajenada, gracias a Dios".
Agrega la entrevistadora Judith Terrazas:
"Insistió (Ninfa) en que el enajenamiento por el poder actualmente es una locura, e incluso una patología, porque según sus propias palabras "los priístas son gente sin alma".
En archivos federales se hace destacar que la amistad de Ninfa con periodistas nacionales se debe a los contactos que con ellos hizo el escritor y periodista neolaredense, Mauricio González de la Garza "con quien la propietaria de El Mañana reafirma su amistad en el año de 1972".
En efecto. Ninfa Deándar mantuvo una amistad muy cercana con Mauricio, que según sus amigos cosechó a través de algunos familiares residentes en esta ciudad. Así, por varios años, González de la Garza escribió casi a diario una columna en El Mañana titulada "Mauricio Dice"... en donde abordaba temas nacionales y de vez en cuando locales, estos últimos eran los que más llamaban la atención a sus lectores. Es más, en su libro Carta a Miguel de la Madrid, en su edición de mayo de 1987, escribe:
"Si en este país, don Miguel, usted no hubiese matado los espejos, yo no tendría que escribir esta carta. Todos los días en los editoriales de los periódicos encontraría voces que le dijeran aunque fuera verdades pequeñas, si usted no le tuviera miedo a la verdad, Excelsior sería, como le corresponde, el diario de la vida nacional, y no el diario oficial de su jefe de prensa. Y los espejos que sí quedan, son El Norte y El Porvenir de Monterrey, El Dictamen de Veracruz, El Mercurio de Ciudad Victoria o El Mañana de Nuevo Laredo y Reynosa".
Este tipo de distinciones por lo regular las enmarcaba el escritor en sus columnas y libros, de esta manera agradecía a Ninfa su interés por sus colaboraciones. Por ello cuando viajaba a Nuevo Laredo en calidad de visitante, la editora era la primera que lo recibía y juntos pasaban madrugadoras veladas en una bohemia elitista en donde los invitados eran escogidos. Fue en una de esas veladas cuando Ninfa le presentó a Mauricio al coordinador de las Agencias del Ministerio Público Federal en los estados de Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, licenciado Carlos Aguilar Garza; el escritor lo aceptó como su amigo, como también algunos regalos que le hiciera Aguilar Garza.
Cuando en los primeros días del mes de agosto de 1993, supervisores de la Administración General de Auditoría Fiscal de la SHCP, llevaron a cabo una investigación a los libros contables del periódico El Mañana de Nuevo Laredo, Mauricio escribió un editorial titulado "Terrorismo Fiscal" en defensa de su amiga, aprovechando el espacio del mismo diario. Exponía entre otras cosas, en un estilo periodístico que siempre fue confuso:
"Es evidente que la intención de Hacienda es aterrorizar, amedrentar e intimidar a Ninfa Deándar por ser propietaria y directora general de uno de los periódicos más independientes de México. El encargado de ese departamento de Goebbels anda mal informado. No sabe que la gente de Nuevo Laredo, por torpes declaraciones y lo que se siente como promesas falsas, se ha vuelto perredista -así lo demuestran las encuestas- y va a enfurecer más si se siente que solapadamente tratan de intimidar su periódico un torpe funcionario es quien lo ordenó. Al doctor Aspe le corresponde, como pre-candidato, hacerle saber que él también sabe de política".
Tomando por su cuenta el asunto, el escritor dejaba ver una expresión de indignación manifiesta, pinchando de paso las costillas de Pedro Aspe Armella, en este tiempo titular de la SHCP. El editorialista neolaredense, que en ese entonces compartía casa y comida con Ninfa Deándar Martínez en su residencia de la colonia Madero, defendía con su agresiva pluma el feudo de donde salían sus gastos personales y las oportunidades para compensar sus angustias que le ocasionaba la gente de José López Portillo ante la advertencia de la hermana de éste, Margarita, quien le dijo que el gobierno lo quería matar.
"El fascismo empieza por el terrorismo. Además el pueblo de México paga tantos impuestos que por ello vive en la miseria. Es una crisis que el gobierno le endosó al pueblo".
Mauricio estaba enojado por lo que le pasaba a Ninfa Deándar. De esa manera, no había otra, le agradecía los apoyos que de toda clase había recibido cuando estaba autoexiliado en Falfurrias, Texas, así como el regalo de una casa de mil metros cuadrados ubicada frente al periódico que en un tiempo perteneció al ganadero Eloy Uribe, y que cuando vino el pleito entre ambos se la quitaron y derrumbaron para convertir el terreno en estacionamiento.
Aunque se mencionó que esta casa fue un regalo del ingeniero Arturo Cortés Villada cuando éste era alcalde, éste a su vez lo niega.
Para rematar su inconformidad, Mauricio González de la Garza golpeaba de manera directa llevándose de encuentro el pensar de la ciudadanía neolaredense por lo que le estaba sucediendo a Ninfa.
"¿Y al gobierno quién le hace auditorías?, ¿por qué no le hacen auditoría ni siquiera a los últimos presidentes de México?".
La defensa de Mauricio era obvia, pues por conducto de Ninfa se había hecho también de una casa en Cuernavaca y un par de departamentos en el Distrito Federal que adquiriera Carlos Aguilar Garza. Pero vino la ruptura.
A petición de su hijo Heriberto Cantú Deándar, Ninfa se deshizo del escritor, quien, como es cosa de percepción femenina sospechaba que el columnista estaba metiendo la nariz en muchos de los asuntos privados y por lo tanto "sabía demasiado"; le fue bien a Mauricio, pues los Deándar tan sólo desbarataron el compromiso laboral que tenían con él.
En el momento en que Heriberto Cantú Deándar le anunció su retiro de las páginas de El Mañana, el editorialista reaccionó manejando parábolas siniestras, quejándose de humillaciones en su contra, recusando incomprensiones en su calidad de intelectual reconocido a nivel nacional.
Escribió, dolido y desilusionado aquel 10 de junio de 1996 en una columna titulada "De Mar a Mar" enviada a El Diario:
"Me habló el hijo de una amiga para anunciarme la mala noticia de que había muerto su mamá. No que hubiera muerto físicamente, sino de algo peor, que él, el hijo, ya la había despojado de la dirección general de su periódico y que a partir de ese momento, él orgulloso y prepotente, como suelen ser los tontos, pasaba a ser el todopoderoso dueño de la opinión de los neolaredenses y que ya no necesitaba mis colaboraciones".
En un diálogo sostenido con el licenciado Feliciano Guerra Aradillas que se publicó el 6 de octubre de 1996 en El Mañana, justo cuando llegaron las cenizas del escritor fallecido en la Ciudad de México tres meses antes para ser depositadas en un cementerio local, Ninfa señaló: "Recuerdo que Mauricio daba brincos de gusto porque mi hijo Heriberto había reprobado a un presidente de la república (Carlos Salinas de Gortari), dijo: "Aquí está un gran periodista,
Heriberto".
En Mauricio desaparecieron las carcajadas que por un tiempo había diseminado en el interior de la residencia de Jalisco 2106.
"Como yo le había ayudado a su madre a hacerlo director a él y hasta que modificara su testamento para que él fuera el que más acciones tuviera, me di cuenta del grave error, del gravísimo error en el que yo, solicitado por ella, le había auxiliado".
Los destapes de Mauricio iban marcado la pauta de su columna en donde se incluía él mismo como cómplice de un hecho que en esos momentos afectaba al resto de los Deándar al estirar la cobija familiar manejando de paso los dicterios para defenderse del desdén, de la actitud asumida por sus antiguos amigos.
"El golpe fue tal vez más doloroso que si me hubiera anunciado su muerte física. Quería decir que a una mujer que yo había tomado por fuerte y valiosa, la había convertido en una muñeca de trapo y la manejaba a su gusto, capricho y antojo. A base de chantaje, claro".
Como si este tipo de situaciones ya las había vivido el experimentado escritor, en su libro Carta a Miguel de la Madrid, escribió:
"Vender el alma al diablo es un rango ontológico, vendérsela a un pobre diablo es una degradación de la que no te salva ni las lentejuelas, ni los premios, ni las sonrisas presidenciables, ni el aplauso de los que no se respetan ni a sí mismos. Además no es la prostitución de una mujer que sólo daña su cuerpo y su alma, es la prostitución de una vocación de una profesión".
Resentimiento. Mauricio estaba acostumbrado a dejar salas de redacción importantes, y por lo tanto, no soportaba que el director de un periódico de provincia lo defenestrara con una simple llamada telefónica.
"Pero esto no era sólo, el maquiavelito tropical, me llamó cuando ya tenía en sus manos mi artículo donde anunciaba que estaba enfermo. Quería pues, como lo hacen los cobardes, aprovechar la ocasión para provocarme un ataque cardíaco y deshacerse de un tajo de su madre y del mejor amigo que su madre ha tenido en su vida. Y el miserable asesino en potencia, por poco, por poquito lo logra. Planeaba el crimen perfecto. Todo arreglado, según una llamada de Ciudad Victoria donde se me hacía saber que eso se había arreglado mediante una transacción. Lo que más coraje me dio fue el que se aprovechara el que estaba fuera de mi casa, en un hotel, fuera de mi horizonte natural y lejos de mi familia. Pero eso es sólo un deseo criminal, que a mi edad, no tiene importancia".
Para finalizar, la acusación directa: el factor buscado o informado para que los Deándar ya no aceptaran sus escritos.
"Lo humillante, si es cierto, como me aseguraron personas confiables, es lo barato en que me vendieron. No fue, según me según me informaron, por una cantidad digna de mi sino, según me valoro yo -la amistad no tiene precio- fue por una bicoca. Apenas 150 mil dólares".
El escritor había escrito en su libro "El Fin del Reino", o más bien reproducido una columna titulada "Pétalos Mariachis y Cencerros", algo que pudiera acomodarse a los acontecimientos que le molestaban pese haberla elaborado en 1977.
"Lo más fácil, lo más cómodo, lo más sencillo es culpar a otros de nuestras fallas, de nuestras carencias, de nuestros defectos, de nuestras debilidades y sobre todo de nuestras cobardías. Hasta los perros apaleados de cuando en cuando, por lo menos, muestran sus colmillos.
Sin embargo, y ya publicando sus colaboraciones en otros periódicos, Mauricio González de la Garza siguió escribiendo artículos con dedicatorias. A consecuencia del temprano destape de Ninfa como pre-candidata a la presidencia municipal por Nuevo Laredo abanderada por partidos opositores al PRI, el columnista empezó a mencionar el caso de la editora, como lo hizo el 18 de mayo de 1995 en el artículo "Las Presidencias Municipales".
"La cualidad más importante de un presidente municipal es esa cosa dificilísima que se llama "autoridad moral". Lo único que le da a una persona "autoridad moral" es la consistencia, la persistencia y la concordancia interior de una conducta intachable. No se trata de que haya ángeles en los puestos públicos, pero tampoco Marías Magdalenas. A esas que las santifiquen después de años de mortificación y limpieza, de comprobada vida de entrega a Dios, a la penitencia y a una vida ejemplar, porque la prostitución y sus variaciones , sea un oficio muy antiguo no por ello dignifica".
En el mismo libro señalado con antelación, Mauricio reprodujo un artículo como si su inspiración posteriormente viajara a través del túnel del tiempo debido a que lo tituló "Ya las dio".
"Ya las dio. Ni modo. A veces hay que darlas. Por muy machos que canten los mariachis que somos los mexicanos a veces; hay que darlas. Si es cosa de vida o muerte, pues hay que quedarse vivo. Se puedan dar con elegancia, se pueden dar con discreción, se pueden dar entre vinos rojos y aromas. Dicen que en el pedir está el dar".
Tras estas líneas, el escritor marcaba nuevamente las diferencias femeninas en cuanto al aspecto moral el mensaje del rencor, la venganza respaldada en lo que conoció de Ninfa.
Compara:
"La Tigresa, curiosamente nunca ha sido una mujer de mala reputación real. Es ella la que se fabrica un mundo de extraña locura y extravagancias para llamar la atención.
En primer lugar es licenciada en Derecho, y en segundo, basta oírla en serio, para enterarse de que es muy inteligente y muy sensata.
Su vulgaridad es un truco publicitario. ¿Dónde están sus amantes? Si tuvo alguno, como intenta hacer creer, porque jamás ha dicho el nombre, fue un presidente de la república, no un asesino, un ladrón, un malviviente o un narcotraficante.
Nadie mejor que lo que Mauricio conocía. Después de estos señalamientos, el editorialista en cuestión propiciaba el consejo, la reflexión venenosa, el desquite.
"Pero es difícil pensar en La Tigresa como presidenta municipal. Las mujeres con pasados turbios, ya sean por liviandad, por inventado amor o por conveniencia, lo mejor que puede hacer es quedarse en casa porque no se trata de convertir las presidencias municipales en prostíbulos o en casas de citas. Si lo han sido, por lo menos políticamente, deben dejar de serlo".
La amistad antes envuelta en franquezas y opiniones afines entre Mauricio González de la Garza y Ninfa Deándar Martínez, quedaron al fin en circunloquios en donde ambos se desnudaron por las intimidades que se confesaron y vivieron en tiempos diversos; él como formador y normador de la opinión, ella como una editora sin mando.
En 1996 Mauricio aceptó la invitación de la alcaldesa Mónica García Velázquez para hacerse cargo, a larga distancia de la presidencia del Consejo Municipal para la Cultura y las
Artes. El 31 de marzo, de manos de Manuel Cavazos Lerma, quien "lo compró" por 150 mil dólares, recibió el nombramiento. Sin embargo para abril el escritor ya había reanudado sus amistad con la editora, pero el 2 de julio de ese mismo año Mauricio falleció en la ciudad de México.
"El 10 de octubre Manuel Cavazos Lerma cortó el listón de una plaza recreativa en donde se develó el busto del escritor, con el nombre de "Polvo Enamorado", el cual fue cambiado en junio de 1998 por el de "150 Aniversario" aduciéndose que el primer nombre se sigue conservado aunque otros dicen lo contrario.
Ninfa Deándar Martínez, no asistió a las exequias de Mauricio González de la Garza. Ese día, el 6 de octubre, publicó en su periódico un aviso, decía:
Mauricio:
Bienvenido a tu tierra
A la familia González de la Garza, le recuerdo que estoy no en presencia física, más sí en espíritu como toda la vida con ustedes.
Con el cariño de siempre.
Ninfa Deándar Martínez.