La Locura en su Máxima Expresión
Ninfa Deándar Martínez siempre ha vacilado para ordenar publicaciones injuriosas, difamatorias y falsas a través de sus periódicos. El articulista estadounidense, Jim Bishop, escribió en El Mañana del 12 de octubre de 1996: " Solamente un director que tiene miedo, usa su periódico para destruir".
Pero Ninfa tiene un defecto: odia sus derrotas y las consecuencias, pues las campañas que ha emprendido en contra de los gobiernos de los tres niveles, han sido obra de abiertas decisiones personales, de miedo, sin el respaldo sólido de pruebas en la mayoría de los casos; por ello sus prácticas periodísticas han ido casi siempre de fracaso en fracaso.
Algunas personas que han sido víctimas de sus arrebatos y vengativas consignas, incluyendo aquellas que por algún motivo se mantienen cerca de ella, han afirmado que la editora padece el "Síndrome de la Monarquía", aspecto que siempre han mostrado entre su familia, empleados y demás gente que llega a conocer, pues sólo busca que se le rinda pleitesía y que todos los que le rodean actúen en un manifiesto vasallaje cuando hace acto de presencia en cualquier lugar, por denigrante que sea.
Acostumbrada, por tradición paternal, a la traición y la represalia, Ninfa Deándar Martínez no se ha detenido en ningún instante en disfrazar sus aspiraciones de llegar a ocupar el cargo que un día su padre, Heriberto Deándar Amador, alcanzó con las mismas argucias y trapisondas, pero lo hace de manera tan burda que hasta un escolar capta sus pretensiones en el primer párrafo de una nota informativa.
Es cierto que en ocasiones se enfrenta a enemigos muy poderosos, pero lo hace sin estrategia, táctica y profesionalismo periodístico (si es que lo conoce), creándose por ello trampas a las que irremediablemente cae, o en todo caso, levantando muros con los que finalmente ella misma se topa o se acorrala.
La falta de prudencia y tacto en el ambiente político, de no aplicar la sentencia de "comer sapos sin hacer gestos", ha motivado garrafales errores en su conducción personal y por supuesto, en sus periódicos, claro, nada bueno le dejó su amistad con el narcotraficante Carlos Aguilar Garza, ni sus baños de pureza en "yacuzzis" y olas artificiales, ni tan siquiera los espacios personales en alfombras de dólares ante las frías caricias de las "cuerno de chivo", salvo sus instintos criminales y anuncios de muerte tras inhalar el llamado polvo blanco.
Elucubrando sus golpes periodísticos en el medio mortal de la imaginación, sin importarle el honor de los insultados, sin entrever siquiera el daño que causa y sigue causando con sus mentiras, así, Ninfa Deándar Martínez no se preparó para otra derrota: la electoral.
El 12 de noviembre de 1995 significó para la editora una fecha difícil de olvidar, fue el día en que por fin se dio cuenta de que el pueblo no va con ella ni es recíproco con El Mañana. Fue el día de su revés electoral.
Ese día, Ninfa dedicó la edición de El Mañana a los aspectos relacionados con el proceso comicial, claro, manchando instituciones y personas, tal vez para no sentir los embates de los resultados que seguramente ya avizoraba, la intención era encauzar los votos a favor de la fórmula parmista, lógicamente hacia ella.
El antecedente personal del pacto con Cantú Rosas en el sentido de que al obtener éste el triunfo, renunciaría al mismo para cederle a ella el poder, la mantenía en un ánimo enloquecedor, por eso trató en todo momento el revertir la decisión de la ciudadanía en las urnas atacando primero a las autoridades electorales calificando su labor de "doloso manejo de las boletas", luego a los observadores de ser "mapaches" de la Universidad Autónoma de Tamaulipas que vinieron a violentar el proceso electoral, no sin antes advertir en sus notas informativas que Nuevo Laredo se encontraba en "máxima alerta ciudadana".
Como en los buenos tiempos de Carlos Enrique Cantú Rosas, los parmistas conformaron un grupo denominado "Operación Guardián" que se dedicaría, con cámaras de video y fotográficas, a vigilar las elecciones y a evitar fraudes en las casillas, recurso previo que utilizarían quizás para amortiguar el efecto de los votantes, sin embargo quien intentó violentar el proceso fue el experto en alborotos y plantones, su acusador anterior: Bruno
Álvarez Valdez.
Lo que se esperaba en las urnas era el temor que la editora presagiaba con antelación de unas horas y era lógico que al día siguiente, cuando el triunfo del PRI se presentaba inobjetable, denunciaría en sus periódicos el acarreo de sufragistas, amedrentaciones a los parmistas, votantes sin credenciales, y lo que ya se esperaba: las acusaciones antidemocráticas hacia el sistema gubernamental y electoral.
En la edición de El Mañana del 14 de noviembre, destacaba:
"Sobre Nuevo Laredo pende un baldón negro porque la democracia fue enterrada el domingo por el gobernador Manuel Cavazos Lerma en complicidad con los "mapaches" y el " porrismo".
El editorial, firmado por Heriberto Cantú Deándar definía:
"La confabulación del PAN con el PRI posteriormente hizo dividir a la oposición y con ello los votantes (...) Finalmente se impuso el absurdo, contra toda la razón y lógica, la candidata del PRI será alcalde por fraude e imposición...
Para los Deándar sus enemigos eran todos. El gobernador "por enterrar la democracia", el PAN "por dividir a los votantes" y el pueblo "por no actuar con razón y lógica", pero el alentar la violencia la disfrazaban con desalentadas y frustradas esperanzas.
"Ahora muchos ciudadanos de buena fe decimos:
"Algo tiene que pasar", pero desgraciadamente la buena fe no es autosuficiente y poco hacemos para que pase algo". Terminaba el editorial.
A partir del 15 de noviembre, Ninfa demandó un juicio político contra el gobernador Manuel Cavazos Lerma apoyado por los representantes de los "partidos enanos" que en ningún momento mostraron vergüenza por los insultos anteriores de la editora quien los manejaba a su antojo, mismos que a su vez pidieron la anulación de los comicios del domingo anterior,
En esos días se reiniciaron las concentraciones de protesta utilizando cacerolas, caminatas de cangrejos. Carlos Enrique Cantú Rosas declaró en el habitual medio informativo:
"Nos sentimos respaldados por la voluntad mayoritaria de Nuevo Laredo y estamos convocando al pueblo para que frente a ellos correr todos los riesgos y defender el proceso electoral del pasado 12 de noviembre".
Se pidió la renuncia del gobernador haciendo firmar libros destinados a lograr el registro nacional del PARM con la intención de promover la anulación de las elecciones, organizando marchas y utilizando las páginas de El Mañana y La Tarde para atacar a quienes no se unían a sus deseos y planes de inestabilidad social.
En el último mes del año de 1995, los periódicos de Editora Argos no descansaron en lo absoluto para atacar sistemáticamente a los tres niveles de gobierno apoyándose en informaciones nacionales. Al Federal, por las devaluaciones del peso, al estatal por los proyectos de infraestructura incumplidos y al municipio por cuestiones de corte financiero.
En cuanto al aspecto electoral, la dolencia interna de Ninfa Deándar seguía vigente, sobre todo porque, los "partidos enanos" (y paleros) ya no le seguían el juego a los ex candidatos, pero faltaba quien no la había dejado llegar al poder para recuperar lo gastado en campaña, la que siendo favorecida por el voto ciudadano, no le permitió vengarse de los "traidores" y los "vendidos": Antonia Mónica García Velázquez.
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