viernes, 16 de septiembre de 2011

12. NINFA DEÁNDAR: CANDIDATA DE SEGUNDA

En un Asilo Político Encuentra a otro Orate

Para Ninfa Deándar Martínez, ya en el mes de agosto de 1995, los partidos de oposición eran "enanos" y por lo tanto no deberían de estorbarle en su camino a la candidatura. En esas horas aciagas, desesperantes de meditaciones enfermizas, había encontrado una nueva vereda: Carlos Enrique Cantú Rosas.

Tras un pleito directo con las autoridades electorales, Cantú Rosas buscaba el reconocimiento del PARM en su registro estatal, pero la intención no era que dicho partido surgiera como el Ave Fénix en una alternativa para los ciudadanos tamaulipecos, sino lograr la nominación como candidato a la presidencia municipal; Ninfa haría el papel de suplente en la fórmula parmista.

El 30 de agosto, un Cantú Rosas eufórico, contagiado por la esquizofrenia de Ninfa, señaló:

"Llegamos a tiempo para regir los destinos de este municipio en los próximos tres años".

La editora se vació igualmente, dijo al día siguiente:

"Cantú Rosas es el líder y político (ya no el traidor), yo soy periodista y como periodista he hablado y abrí boquetes en el gobierno".

Por su parte Carlos Enrique Cantú Rosas, utilizando a su tradicional ariete, Bruno Álvarez Valdez, quien ya había tenido diferencias con Ninfa Deándar cuando se integró la Alianza Cívica Democrática, ordenó plantones ante el Consejo Estatal Electoral en Ciudad Victoria, con la finalidad de que el PARM no perdiera su registro, inclusive lo azuzó para que amenazara con suicidarse. Pero el 6 de septiembre el CEE acordó no autorizar la participación de este partido y Ninfa "que ya había emprendido el vuelo", tuvo que asimilar la decisión cuando menos por unas horas, aunque el hecho le sirvió para seguir atacando a Cavazos Lerma, tomando como acusador principal al entonces alcalde de Río Bravo, Juan Antonio Guajardo Anzaldúa.

Luego vinieron las concentraciones que durante varias semanas acostumbraron Ninfa y Carlos utilizando en todo tiempo a los "partidos enanos" para protestar por la negativa al registro del PARM. Así, se organizaron marchas y caminatas hasta plantones que fueron a parar al Consulado Americano, mientras que la editora difundía que el candidato del PAN, Ignacio Quiñones Peña, estaba siendo financiado por el presidente municipal Horacio Garza Garza, además de señalar que los padrones electorales ya estaban "rasurados".

El 21 de septiembre el Tribunal Estatal Electoral dio a conocer que el PARM sí podía participar en las elecciones del 12 de noviembre.
El Mañana del día siguiente celebró el dictamen. La nota, como siempre, llevaba consigo la venganza ordenada por Ninfa.

"Cantú Rosas afirma que la invencible voluntad de un pueblo cansado de imposiciones derrumbó, mediante la fuerza de la conciencia popular, los obstáculos e impedimentos que artificiosamente el Gobierno del Estado y Consejo Estatal Electoral interponían para evitar la participación del PARM y sus candidatos".

Ninfa retornó con sus "matanzas". Declaró:

"Son las manos criminales del PRI-gobierno que atropellan la dignidad del pueblo (...) pretenden matar el alma de un pueblo..."

Regresaba, como en los buenos tiempos que compartía con el narcotraficante Carlos Aguilar Garza, con sus esquemas de muerte y sepelios.

"Tenemos la obligación como ciudadanos de darle sepultura a un muerto que ya apesta, que es el PRI-gobierno". (24 de septiembre de 1995).

De ahí en adelante el grupo de Ninfa y Carlos pasó a las agresiones atacando a los panistas (los que ahora beatifica para sus nuevas pretensiones), insultando a la gente del PRI y denostando contra líderes magisteriales y gremiales, aparte de utilizar a los "partidos enanos" para denunciar "espionajes telefónicos por parte de la Secretaría de Gobernación y Telmex".

Heriberto Cantú Deándar, también "amigo de Fox" y aspirante a la presidencia municipal por el PAN, "el maquiavelito tropical" como lo moteó el difunto Mauricio González de la Garza, tampoco detuvo sus ímpetus de difamador herencial. Atacó a la candidata del PRI, Mónica García Velázquez, quien en una asamblea priísta se había referido a los agravios que en su contra El Mañana publicaba.

"La candidata del PRI se siente descubierta por el trabajo periodístico de El Mañana (...) las tropelías, desviaciones, acarreos, corruptelas y chantajes de autoría priísta no son invenciones de El Mañana (...) y esto es, y reafirmamos, que Nuevo Laredo no puede ni debe pagar las deudas sentimentales del señor gobernador".

A lo largo de su campaña electoral, Ninfa Deándar no descansó en sus injurias periodísticas utilizando kilos de papel y litros de tinta. Para ella la dignidad tenía una reservación muy especial; ella sí podía denigrar a todo mundo, pero nadie estaba facultado para hacerlo con su persona.

Sus desplantes políticos igualmente tuvieron que ser tolerados por todos, inclusive por las personas que ignoraban su pasado y que al enterarse del mismo, prefieren ahora hacerse a un lado para evitar un peligroso contagio de locura.

Cuando el primero de febrero de 1996, en la ciudad de San Antonio, Texas, la entrevistó la cadena de televisión Telemundo con relación a las "amenazas" que estaba recibiendo de funcionarios mexicanos, Ninfa, con el rostro descompuesto, declaró acicalada por el nerviosismo propio:

"¡Son fantasmas, no los ves!...  ¡Son fantasmas!", le dijo al azorado entrevistador.

Las enfermedades mentales y físicas se heredan o se contagian. Ninfa es una enferma que abarca los dos términos, y lo peor de todo es que su descendencia va por el mismo camino. Los fantasmas, esos fantasmas que nadie, inclusive ella misma no ve, son parte de esa demencia que le acelera el pensar en la próxima presidencia municipal, si no para ella, para su hijo apodado "El Tico".

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